25/9/08

Aprendiendo a ver con ojos de niño.

“Sólo se ve bien con el corazón, porque lo esencial es invisible para los ojos”, dice el Principito al aviador empeñado en reparar el avión caído en mitad del Sahara para regresar a su mundo donde lo esperan “las cosas importantes”, y alejarse de una buena vez de aquel extraño niño venido de las estrellas, quien no tiene mayor preocupación que el bienestar de una flor dejada en su pequeño planeta.

Estos días he vuelto a la maravillosa historia de Antoine De Saint-Exupéry, El principito y creo que todos deberíamos retomarla de cuando en cuando, hacer un alto en la interminable lista de asuntos importantes que pueblan nuestras vidas, y revalorar lo que nos hacía feliz siendo niños, porque seguramente sigue teniendo el mismo efecto.

Desde du publicación en 1943, Le Petit Prince, ha sido traducida a más de 180 idiomas y dialectos y aunque es en apariencia un libro infantil aborda temas tan importantes como el sentido de la vida, la amistad y el amor desde el punto de vista sencillo pero contundente de un niño, revelándonos al mismo tiempo la estúpida enajenación del ser humano.

Ver el mundo con ojos de niño es dejarse llevar por la sorpresa en vez del cinismo. Es amar la belleza de una flor ordinaria en nuestro jardín, ver elefantes donde otros ven sombreros, rendirse a la grandeza de volcanes enanos y apagados y querer a un cordero metido en una caja de cartón, adorar las puesta de sol y vivir para atestiguarlas cada tarde o cada dos segundos según el planeta en donde nos encontremos, y por supuesto hacer inventarios de de cosas efímeras, como flores, mariposas y estrellas fugaces.

Alfredo Ávalos

2 comentarios:

Alfie dijo...

Me ha encantado esa foto, híbrido de Harry Potter y el pequeño Einstein, que es lo que son todos los ninos en general, Magicos y geniales... Gracias

blog escritores sat dijo...

Lindo comentario Alfredo.
Espero que hayas leido tu version en frances. El principioto es uno de los libros que mas nostalgia me da, pues la perdida de la inocencia es un despertar amargo, cuando el pequeno principe se da cuenta que la rosa no es tan especial como el creia.
Saludos!
Bertha