19/2/11

El español internacional en los medios de comunicación de masas

Entre los papeles que se olvidan en las mesas del café, y que esperan en una gaveta de los objetos perdidos, ha aparecido esta conferencia que pronunciara el Dr. Juan Carlos Moreno en el IX Simposio Estados Unidos-Texas-Canarias-España, el 27 de marzo de 2010, en la Universidad de Tejas en San Antonio. 

Entre los años 1960 y 1970 surge en Hispanoamérica una nueva generación de novelistas que, desafiando las convenciones y las rígidas normas establecidas, crean un nuevo estilo de narrar. Las novelas del colombiano García Márquez, del peruano Vargas Llosa, del mexicano Carlos Fuentes, del argentino Julio Cortázar inundan los mercados editoriales, para admiración de críticos y lectores, con un excepcional dominio de la lengua y una creatividad innovadora.

Durante años, se había creído que España era la única portadora del buen español. Con la irrupción de estos escritores, y de otros, comenzaron a abrirse nuevos caminos hacia la diversidad y riqueza del español, fuera de España donde vive apenas el 10% de los que hablan este idioma.

Todo el mundo acepta ya que ningún país tiene el monopolio del español. La lengua española es de todos los que la hablamos.

Con los primeros indicios de la globalización de la información, se multiplicaron por toda América las emisoras de radio que, por cuestiones económicas, para sus noticieros internacionales tenían que abastecerse en las agencia de noticias.

Para Hispanoamérica, la agencia española EFE fue la principal fuente de informaciones. No había necesidad de traducción. Se podían leer las noticias tal cual estaban redactadas por los periodistas de la agencia. Surgió entonces la necesidad de utilizar un español neutro, estándar, libre de regionalismos, comprensible por todos, un español internacional.

La tarea no fue, ni es sencilla, y exige una atención continua.

Alberto Gómez Font, de la Fundación del Español Urgente, comenta la anécdota de una redactora de la Agencia EFE que estaba traduciendo un pie de foto del inglés y necesitaba una palabra equivalente a la española chabola.

Se encontraron más de 14 traducciones en diccionarios: choza, chamizo, cabaña, tugurio, antro, cueva, refugio, cobijo, barraca, bohío, casucha, caseta, casilla, garita, así como rancho y favela de uso más frecuente en Sudamérica. Se pensó entonces que el sinónimo más comprensible era casucha, con el diminutivo despectivo –ucha. También se podía utilizar una perífrasis como “viviendas precarias”.

Este ejercicio de buscar la palabra o la expresión adecuada, que todo el mundo comprenda, se repite cada día en todos los medios de difusión en español, especialmente en los informativos o noticieros que pretenden llegar a una audiencia global. No es pues una abstracción, sino un problema real que los periodistas afrontan continuamente en su trabajo.

Y el lugar donde la búsqueda de un español común, neutro o internacional es un asunto más necesario y cotidiano es, sin duda, aquí en Estados Unidos.

Estados Unidos es el segundo país de habla hispana del mundo. Mientras México llega a los 110 millones de habitantes, Colombia 44, España 42, Argentina 40, en Estados Unidos se registra ya una cifra aproximada de 50 millones de hispanohablantes.

Una población hispana que se ha duplicado en los últimos 20 años y podría llegar a los 132 millones en el año 2050; cifra que habla, por sí sola, de las potencialidades que, en materia idiomática, puede ofrecer la expansión del español en los EEUU.

Actualmente, el 45% de la población censada reivindica orígenes mexicanos, aunque la cifra podría estar más cercana al 60% según estudios indirectos, como señala Elbio Rodríguez Barilari. El resto procede de diferentes países hispanos.

El aumento de la población hispana en Estados Unidos ha ido acompañado por el auge de los medios de comunicación en español, tanto periódicos y revistas como emisoras de radio y canales de televisión.

Simultáneamente, ha aumentado el número de periodistas, locutores y actores procedentes de distintos países hispanohablantes que, casi sin darse cuenta, van creando una forma de escribir y de expresarse en un español válido para todos.

En esa perspectiva, las telenovelas hispanas han significado un gran cambio en la globalización del idioma español.

En el terreno lingüístico, los expertos reconocen que las telenovelas permiten aumentar nuestro vocabulario y conocer la existencia de palabras que desconocíamos. Se han convertido así, en un elemento exitoso para aprender el idioma. Jorge Ignacio Covarrubias, secretario de la Academia Norteamérica de la Lengua Española, (ANLE) afirma que “muchos académicos sostienen que las telenovelas contribuyen a la unificación del idioma y aportan términos que luego pasan al bagaje común”.

Cumplen un papel muy importante en el mantenimiento del español, de un español internacional, y hacen que la comunicación sea más fluida entre nativos y extranjeros.

La obligación del periodista (y de la publicidad) es comunicar el mensaje que se quiere transmitir de manera tal, que quien lo recibe lo entienda en forma clara y cabal. Ahora bien, esa corrección lingüística integral exige ciertos parámetros.

“El pueblo es el único dueño de la lengua”, decía el recientemente falleció Miguel Delibes. La lengua es de la comunidad que la habla. Lo que el uso da por bueno es lo único que, en definitiva, es correcto. La lengua no es una realidad fija, inmutable, perfecta. Es un instrumento al servicio de los hablantes y éstos la van adaptando, a medida de sus necesidades.

Como señala el argentino Ricardo Soca, “La pureza es un vocablo que no se aplica a la lingüística. La gente no habla pensando en reglas, simplemente habla y se comunica.”

Eso no significa que cualquier persona, y con mayor razón un periodista, pueda descuidar el lenguaje. Muy al contrario, como comunicador, el periodista debe extremarse en el esmero con que emplea la lengua, que es su principal herramienta de trabajo y, como tal, el uso profesional de esa herramienta, acarrea una gran responsabilidad.

El periodista, independientemente de su voluntad, transmite a los lectores normas lingüísticas en sus textos, transmite, aun sin querer, normas ortográficas. Pero, si lo hace mal, está transmitiendo errores que mucha gente podría dar por buenos.

Existen directivas, como los manuales de estilo, para evitar incorrecciones y expresarse en un buen español internacional.

Alberto Gómez Font, enfatiza que “Es en Estados Unidos, gracias a la afluencia de periodistas de diferentes países hispanos, donde más laboratorios, ha habido y sigue habiendo, en los que se forja a diario un español, válido para todos los hispanohablantes, para todos los medios de comunicación en nuestra lengua.”

El seminario “El español en los medios de comunicación de los EEUU” concluyó, hace poco, con la creación de un grupo de trabajo que va a actualizar los materiales, sobre el buen uso del español en los medios hispanos estadounidenses. Y ya se ha publicado la segunda edición del “Manual de estilo de la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos (NAHJ)” de Estados Unidos.

Por su parte, la Academia Norteamericana de la Lengua Española, la más joven de las 22 academias del español, se ha fijado como misión preservar y promover el uso correcto del idioma español en EEUU.

Acaba de publicar “Hablando bien se entiende la gente”, una guía práctica con más de 300 consejos, sobre el uso correcto del idioma español, redactada específicamente para los hispanohablantes de EEUU, y que aclara algunas de las dudas más frecuentes en el uso del español.

Según el presidente de la Academia Norteamericana, Gerardo Piña-Rosales, “Nuestro objetivo no es actuar de policía del lenguaje sino ayudar a los hablantes de español a comunicarse en un lenguaje correcto, que le permita ser comprendidos por todos los que hablan el idioma”.

La Academia Norteamericana difunde, además, por Univisión, una serie de consejos idiomáticos de un minuto, en los que tres de sus miembros aclaran dudas comunes de la lengua, bajo el lema “Dígalo Bien”.

La responsabilidad de los medios de comunicación de masas es enorme, pero acarrea también un gran incentivo. Escribe Alberto Gómez: “Hay que tener presente que los verdaderos maestros del español son los medios de comunicación, que se encargan de difundir los nuevos usos de la lengua. Hasta tal punto es evidente este papel de la prensa que la Real Academia Española, en la última edición de su diccionario, utiliza como referencia textos de la prensa, y les da la misma importancia que los textos surgidos de las plumas de grandes escritores”.

Otro peligro del español internacional utilizado en los medios de comunicación es que, para tener la seguridad de ser entendidos, los periodistas reduzcan su vocabulario. Como señala el mexicano Carlos Monsiváis, “Se llega así a un español precario y los periodistas tienden a ser redundantes. La necesidad de ser comprendidos se convierte en una trampa, en un cepo verbal o lingüístico, que resulta en un lenguaje cada vez más disminuido”.

No se trata pues de acortar sino de enriquecer ese español internacional. “El mundo lingüístico está viviendo un momento dulce” afirma el presidente de la Real Academia Española, García de la Concha. El español está registrando un momento muy importante de unidad en ambos lados del Océano, que permite que haya acuerdos para potenciar códigos lingüísticos. “Aunque no ocurre lo mismo en el plano político, afirma García de la Concha, la lengua puede servir de base para ir avanzando en lo que es la conciencia de unidad de los países hispanohablantes”, y esa conciencia de unidad, se tiene que aplicar también aquí en Estados Unidos.


Como dice Alberto Gómez Font, “No hay que hacer caso de los pesimistas que auguran un futuro horrible para la lengua española en EEUU.” A todos los hispanohablantes, a todos nosotros, corresponde hacer un esfuerzo para hablar bien nuestro idioma, y confiar en la importantísima labor de los medios de comunicación hispanos, cada día más conscientes de su papel, como guías del buen uso de nuestra lengua.

Juan Carlos Moreno, Ph.D.

1 comentario:

blog escritores sat dijo...

Hola Santiago,
Mil gracias por compartir este artículo tan interesante. No creo que muchas personas tengan consciencia de que los Estados Unidos es el segundo país de habla Hispana. Pero como dice el autor, tenemos que hacer un esfuerzo para que el Español se hable bien y no aceptemos términos mal pronunciados.
Saludos,
Bertha