15/2/15

De revista a blog

La revista electrónica Labrapalabra, relacionada con este blog, alcanzó a presentar una docena de números en sus diez años de existencia. A partir de esta fecha la revista deja de serlo para transformarse en el blog labrapalabra.com (o labrapalabra.net).

Como tal, irá añadiendo entradas individuales--sean poemas, cuentos, ensayos, imágenes y otros textos de diverso tipo--con la periodicidad que se espera de un blog.

Invitamos a visitar labrapalabra.com y a participar en el mismo no sólo como lectores pasivos. 

El blog ofrece  la facilidad de poder hacer comentarios a cada entrada y hasta generar un diálogo con el autor del texto, con los editores del mismo y con otros lectores. 

Además, a pesar de que quienes somos responsables del blog constituimos un pequeño equipo, no queremos limitarnos a nuestro grupo y nuestro entorno inmediato sino, todo lo contrario, queremos ofrecerles a los demás la oportunidad de publicar en el blog sus trabajos originales. Aunque queremos que el blog represente a San Antonio, Tejas, la cuidad en la que se produce, esperamos las contribuciones de quienes viven en otras regiones del mundo de habla hispana. La revista Labrapalabra publicó en cada uno de sus números trabajos de creadores de diversos países que no tenían ninguna relación con la revista y quienes la producíamos. Esperamos poder seguir haciendo otro tanto en nuestro labrapalabra.net .

Contamos con que se nos envíen textos y otros materiales para considerar su publicación en el blog.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Mi querido amigo Stgo:

Te refieres a lo que comunmente conocemos como “garabato”.

Sí, me gustan mucho aquellos restaurantes en el que los que los manteles de papel de estraza (¡el que normalmente se usa para envolver paquetes de dudosa proveniencia y en gran mayoría de casos, esconde productos de orientación sexual!), estimulan la conversación mediante la expresión gráfica producida por la garabatería creada impromptu con crayones.

A veces pienso que el lápiz se comunica directamente con el cerebro y a nosotros como embudos, nos orilla.

El barón