18/6/16

Tallador y mago


 Como el tallador que del tronco extrae la columna salomónica que éste contenía, el escritor arranca del silencio el texto que en el silencio esperaba.











Y como el mago que saca conejos del sombrero de doble fondo, el escritor farsante saca del barullo reinante los falsos roedores de la retórica al día, la plaga infesta de lo irrelevante.


                                                                     









Comentario anónimo que bien puede venir al caso:
A la gente por lo general le gustan los conejos porque son indefensos e infantiles, como muñecos de peluche; de los otros roedores le entretienen las ardillas; las ratas y ratones, en cambio, le producen escalofríos de repugnancia y horror: son invasores que, como los murciélagos y las cucarachas ascienden desde los infiernos, mensajeros de la condenación.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Según el mismísimo Miguel Ángel Buonarroti, cada bloque de mármol tenía su propia personalidad o alma, que tenían que ser despejados hasta dar con la obra prevista: ¡qué mejor tallador y mago extrayendo vida de piedra muerta!

Ah, y los conejos, dulces roedores que terminan siendo víctimas de niños mimados, quienes ejercen su máxima ignorancia infantil también con cachorros caninos que una vez crecidos a su adultez, son desechados para agregarle a la ya creciente estadística de animales indeseados y abandonados.

Las ratas son mis preferidas porque son extremadamente inteligentes y pese a todos los esfuerzos universales para su extinción, sigue vivitas y coleando por doquier y si Usted no me lo cree, échese una inspección a cualquier caño en París u otras parte de Europa, y allá las encontrará con mirada roja y fija, dientes afilados y gran sonrisa receptiva, jactándose de su tamaño físico que fácilmente compite con la del gato doméstico mas grande de la región.

A mis preciosos murciélagos, me dirijo afectuosamente como “murci”. Lamentablemente, la imagen del Hollywood americano, ha estropeado totalmente la imagen de un ser extremadamente beneficioso para el equilibrio ambiental.

El barón

(¡que de vez en cuando, transformado en “murci”, vuela del castillo a ventanas que intencionalmente son dejadas abiertas de par en par, permitiendo cierta degustación hemoglobínica…!)