27/3/18

Nave al garete

—“Nel mezzo del cammin”—citó alguien al cristianísimo poeta. 

Se hablaba en la tertulia de lo rápido que pasa el tiempo cuando no se tiene el tiempo para detenerle, en la calma del ocio, su premura.

--Esa visión tradicional de la vida como un camino—comentó don Baruj--, del hombre como un peregrino, no acaba de gustarme. 

--Por manida, seguramente—sugirió quien siempre pone en la boca de otros sus propias opiniones.

--Sin duda—le aseguró don Baruj. --Y por lo que ha representado desde hace demasiado tiempo. Prefiero—aunque sufra de mareo, o a lo mejor por eso mismo—la alegoría del barco al garete, a palo seco y timón inútil.  

--Y no se hable de rutas establecidas ni mapas excelentes—continuó ante el silencio de los demás.--Se trata en esta imagen marinera de un barco de los tiempos en que se navegaba a merced de los vientos y mareas, a tientas con respecto al meridiano.


Más tarde, cuando el grupo se había reducido a los más íntimos, don Baruj explicó que si hemos de representar la vida humana como un trayecto, es ésta, la imagen de un barco a la deriva en aguas impredecibles, la más adecuada representación de la absurda situación en que nos encontramos cuantos estamos perfectamente conscientes de lo que somos.


1 comentario:

Ramiro Rodríguez dijo...

Al igual que don Baruj, pienso que las aguas en que navega el barco -el Hombre- son impredecibles. Pero disiento en que vamos a la deriva. Estoy convencido de que -por lo general- hay un plan, aunque a veces no se cumpla por esas aguas impredecibles. Saludos para don Baruj.