19/7/20

Rosario incompleto

El viejo anacoreta se descubrió esa mañana echando de menos a la urraca que lo visita--que lo visitaba hasta ayer--apenas amanece.

Sintió el peligro de tal observación y del sentimiento de abandono que le producía. 

Comprendió casi al instante que se equivocaba, que había cometido un error y lo seguía cometiendo al escudriñar el cielo en la espera.

Ni un solo pájaro en vuelo en tal inmensidad transparente.

Supo entonces que su esfuerzo de años quedaba en nada: incompleto el rosario que había ido hilando con las cuentas de abalorios que la urraca la traía, una a una, a diario.

Se levantó, rodaron al suelo empinado las cuentas luminosas y a pasos indecisos de derrotado el anciano se echó a andar cerro abajo, descendiendo al valle que a esa hora se sumía invisible en la niebla matutina.


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