26/2/13

Procrastinar—hasta cierto punto— es un premio que nos merecemos hoy por haber logrado algo que nos costó trabajo hacer ayer. Lamentablemente, la procrastinación siempre ha sido comparada como algo paralelo a la pereza y por consiguiente negreada del elenco de atributos sociales que una persona “bien” ha de tener en su curriculum.

Aprovecho esta plataforma para declarar que diametralmente opuesta a mi educación elemental, he procrastinado gloriosamente en incontables ocasiones, disfrutando cada instante en el que deliciosamente me rasqué mi proverbial barriga esperando el siguiente minuto de inactividad.

Comulgo plenamente con aquella gema de la procrastinación que una vez plasmó el gran escritor americano Mark Twain (Samuel Clemens), a saber:

“No hagas mañana lo que puedas hacer pasado mañana”.

André



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