27/3/13

Las siestas de Don Baruj

Por las tardes, cuando me siento a leer--me confiesa Don Baruj--me viene un sueño que no puedo resistir. Lo dejo que me aduerma por un rato.

En esos pocos minutos en que cabeceo frente al libro--que a veces se la cae de las manos--me invade una deleitosa calma sin palabras, sin imágenes: un estar completamente a solas en mí mismo. 

Al poco despierto, siempre confundido. 

Tomo entonces la pluma y urgido de un deseo iluso trato, inútilmente, de escribir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo también confieso, que comparto con el mismísimo don Baruj, esa narcolepsia fugaz que me invade momentáneamente haciéndome sentir como espíritu puro, libre de complicaciones y estorbos físicos. Quizás el tibio aliento del sol vespertino me amodorra en deliciosa letargia brindándome sosiego perfecto.

André