15/11/13

Galería de luz

Sabe don Baruj de la vanidad del intelecto y la tendencia de éste a encandilarse en su propio chisporroteo de mecha que se cree incendio. 


Por eso calla. 

Por eso lleva ya semanas sin venir a compatir la plática del café. 

Se ha estado purificando, nos dice, en la imposible disciplina del silencio.

--Dejar de escribir, que es como hablar a voces, no he podido--se disculpa. 

Lo hemos ido a visitar algunos amigos, preocupados por su ausencia.

Nos recibió en su biblioteca: una galería--pura luz--de múltiples ventanas que pudo ser balcón y, como tal, se lanza sobre el escarpado al paisaje extenso de la bahía.

(Más luz--”Mehr Licht”--pidió al poeta en el momento del traspaso. No hay más luz posible en este estudio de nuestro don Baruj, que sin declararse poeta, la absorbe con toda el alma).

No hay casi libros en los estantes que se adosan a la única pared sin ventanas. Son los únicos que quiere para sí; los demás los toma prestados de los amigos o la biblioteca. 

--Las multitudes, incluída la de los libros, me confunden; y en la confusión anidan la angustia y la maldad.

No es el momento de discutirle. 

--Pero tampoco el retiro puede ser total, ni el silencio perpetuo. Ya volveré por el café cuando me crea digno de hacerlo. Y con un gesto apenas perceptible nos indicó la puerta de salida. 

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