21/11/14

Una taza de té

--No es sano vivir completamente desengañado—nos dijo Don Baruj cuando nos reíamos cínicamente de lo engañados que tantos viven. 
            --Negarse la fantasía de algunos engaños inofensivos sería errado—continuó sin una pizca de ironía ni en la voz ni en los ojos.
            Nos sorprende siempre Don Baruj con sus comentarios inesperados. Defensor como es de la verdad--de revelarla siempre a toda costa--no nos satisfizo su comentario y más de alguno entre nosotros en ese momento le habrá perdido por eso algo de su admiración y respeto.
            --¿No nos engañamos acaso a diario conversando aquí sobre esto y lo otro sin compromiso alguno, nada más que porque nos hacemos la ilusión de que nuestras palabras son infalibles y lo solucionan todo, todo lo explican?
            Qué podíamos responderle a eso.
            --Se nos ha enfriado el té—anunció, alzando la taza a medias como si brindara.
            En dos minutos el muchacho que nos atendía nos trajo una tetera que humeaba el aroma del darjheling recién preparado. En silencio esperamos que el té se asentara.
            Fui yo quien le sirvió a Don Baruj primero que a nadie su bien merecida taza de té.

   

1 comentario:

Anónimo dijo...

No siempre es prudente decir la verdad. Quizás por eso en algunas ocasiones en vez de té se usa el alcohol, elemento mágico que ayuda a cambiar la perspectiva de las cosas... y a veces hasta favorablemente!

Sería interesante hacer el experimento del té, pero en vez de Darjeeling, usar Lapsang Souchong o bien Earl Gray, a ver si se percibe otra perspectiva totalmente diferente… ¿no?

¡Alzo mi copa por don Baruj!

El barón