Cuando
llueve así de duro, con persistencia de diluvio bíblico, piensa Don Baruj--desde la protección
del techo seguro y los muros bien fundados de su biblioteca--en la ciega fuerza de la naturaleza
que de un mismo golpe tanto crea como destruye, tanto fecunda como mata.
Cuando la
lluvia torrencial y sus riadas destructoras cejan, llevadas por los vientos más allá del horizonte, le ceden al sol--que al cabo de los
días brilla soberano--el lomo graso de la tierra empapada de aguas y la semilla
que se ha hundido en ella y espera ungida de renuevos.
1 comentario:
La madre naturaleza, cargada de poderes místicos y hasta la fecha incomprensibles, desencadena periódicamente su energía sobre la susodicha creación para darnos a entender de manera inequívoca que quién manda.
Aceptemos nuestra humilde condición y hagámosle caso antes de que ella nos regañe en serio.
El barón
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