Lo dijo porque otro había declarado que duerme apenas cuatro horas diarias para poder cumplir con su sagrado deber de escritor.
--Pero no me desvelo por escribir--continuó explicando--, lo que entiendo me exime, o más bien me priva, del derecho a considerarme un escritor; lo que me parece muy bien, porque me libro así de no pocas ilusas pretensiones.
El otro no lo oyó porque estaba enfrascado escribiendo algo en su teléfono.
--Conste, en todo caso--concluyó--, que escribo todos los días.
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