31/1/16

Del oficio

--Al desvelarse, lo que raras veces me sucede, escribo--dijo el otro día uno de los más cuerdos de nuestros contertulios.


Lo dijo porque otro había declarado que duerme apenas cuatro horas diarias para poder cumplir con su sagrado deber de escritor.

--Pero no me desvelo por escribir--continuó explicando--, lo que entiendo me exime, o más bien me priva, del derecho a considerarme un escritor; lo que me parece muy bien, porque me libro así de no pocas ilusas pretensiones. 

El otro no lo oyó porque estaba enfrascado escribiendo algo en su teléfono. 

--Conste, en todo caso--concluyó--, que escribo todos los días.

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