9/6/16

La sordera de don Baruj

Le pregunto a don Baruj si quiere más agua para otra taza de té, pero no da signos de haberme oido, enfrascado como está en la lectura de su más reciente adquisición, un volumen bellamente ajado de la primera edición francesa de Voyage aux régions équinoxiales du Nouveau Continent, fait en 1799, 1800, 1801, 1802, 1803, et 1804, par Alexandre de Humboldt et Aimé Bonpland (Paris 1805). 



Pero sé que no me ha oido.

Ha estado dando signos de sordera don Baruj desde hace ya un tiempo y no ha faltado el entrometido que al verlo llevarse la mano a la oreja para oir mejor le ha recomendado, amonestándolo por su tozudez senil, que se haga ver por un especialista paara que le prescriba un aparato adecuado.

--Para lo que hay que oir--le ha respondido don Baruj--prefiero la sordera. 


--La naturaleza es sabia--comentó más tarde--: con la edad nos va desligando poco a poco de un mundo que cada vez nos parece menos nuestro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Qué ironía don Baruj!

Lo que usted me cuenta, me trae a mente algo supremamente leve que me campanea en la penúltima neurona de mi cerebro, archivado en la categoría de botánica que ha muchos lustros aprendí de duchos en la materia, y quienes en voz alta y emocionada, se ufanaban de predicarnos.

Recuerdo anécdotas explicando de cómo muestras de flora eran detallada y escrupulosamente pegadas en un gran libro, o más bien un álbum, para no solo recolectarlas sino también clasificarlas. Recuerdo una que otra “flor hermafrodita” que supongo aun sigue archivada en los herbarios de Berlin…

No se requiere del sentido de la audición para sentir la emoción que el gran Humboldt y Bonpland nos entregaron en ese entonces, y cuyos hallazgos ciertamente comulgan con lo ha dicho usted, don Baruj: “La naturaleza es sabia..”

El barón