16/12/16

Cosas que don Baruj encuentra

Vieron a don Baruj detenerse en la calle a recoger algo que observó por un momento antes de llevarselo al bolsillo y seguir caminando.

Venía hacia el café y lo esperamos con curiosidad para saber qué había recogido.

Dice quien lo vió que por el gesto con que lo guardó debió ser un lápiz o un bolígrafo. Pero quienes lo conocemos--si es posible decir que se lo puede conocer--nos parece poco probable: don Baruj sólo usa pluma fuente para escribir y no se agacharía a recoger un bolígrafo cualquiera.

Aún más, el que se haya detenido y agachado en la calle ya nos pareció que no era algo que haría por cualquier bagatela. Más aún, que no lo haría por nada en el mundo.

Al entrar al café don Baruj debió entender que lo esperábamos. Sin casi saludar se encaminó a su mesa de la ventana más taciturno y esquivo que de costumbre. Una vez sentado, se llevó la mano al bolsillo y la mantuvo ahí, como si se tocara el corazón, esperando que reaccionáramos.

Hicimos, a empujones, que Ari fuera a su mesa a tomar la orden y a sacarnos de dudas.  Le tiene especial cariño don Baruj y le aguanta todas sus fallas de mesero descuidado.

--Aquí tienes--le dijo al ver que el muchacho se buscaba en los bolsillos el lápiz que siempre pierde--para que no se te olvide lo que te ordene--y puso sobre la mesa, con un golpe como de dominó triunfante, un lápiz pasta, de esos vulgarísimos que se venden por docena.

Lo que le habían visto recoger en la calle.

--Aunque está pisoteado ha de servir todavía--se excusó con el muchacho que lo quedó mirando inexpresivo--. Como servirían tantas cosas que la gente pierde o abandona y las tomamos por basura




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