"Café con Pan" dice el título, ya de por sí sabroso.
"Con la lluvia vienen
los antojos--escribe el sibarita--. Ganas de echarse un
cafe libre, con canela o piloncillo, según anden los niveles de azúcar", proclama y previene sabedor de las limitaciones humanas
"Por
muchos años--evoca el historiador de lo cotidiano--imperó en la buena mañana o la tardeada el Café Kasero, que era el más
cariñoso. La raza emancipada le pegaba al Café Margarita, un café local que
parecía de maguacata".
"El cafeteo tarderil--observa acertadamente--es de lo más agradable con esta lluvia".
"El cafeteo tarderil--observa acertadamente--es de lo más agradable con esta lluvia".
"Pero los amigos y
amigas que solían invitarnos un cafe ya se elevaron al
cielo y otros ya pintan demasiadas canas, y
otros están para el arrastre económico" se lamenta con voz del que ha vivido largo y ha conocido a muchos.
El estusiasta, el optimista, el que apuesta siempre por la vida no puede quedare en a queja y al comentario anterior, Rosales Lugo agrega la iusión de lo que perdura: "Pero todavía tenemos amigos de cafe que piensan. Y siguen soñando".
Porque, claro: "El cafe es el elixir del pensamiento".
El estusiasta, el optimista, el que apuesta siempre por la vida no puede quedare en a queja y al comentario anterior, Rosales Lugo agrega la iusión de lo que perdura: "Pero todavía tenemos amigos de cafe que piensan. Y siguen soñando".
Porque, claro: "El cafe es el elixir del pensamiento".
Declarando su regusto por la bebida y los sitios públicos en que se la goza en la conversación, va terminando su nota el poeta observador, el pintor de lo invisible, el cronista de todos los días con esta detallada información:
"Me gusta el café hasta las cachas, y cuando viajo pregunto dónde está el mejor café. En México el Café Habana y el antiguo París. El café mejor en Tamaulipas es el Café Degas de Tampico. Con el sabor costeñito. Pero hay cafés magníficos en Reynosa y Matamoros".
No podía concluirla sin el toque tan suyo: su infaltable declaración de permamente poeta enamorado. "Un buen café es a labios, entrelabios, de poesía. Porque el café de amor, de querencia,se lee en los ojos de las mujeres.
"Me gusta el café hasta las cachas, y cuando viajo pregunto dónde está el mejor café. En México el Café Habana y el antiguo París. El café mejor en Tamaulipas es el Café Degas de Tampico. Con el sabor costeñito. Pero hay cafés magníficos en Reynosa y Matamoros".
No podía concluirla sin el toque tan suyo: su infaltable declaración de permamente poeta enamorado. "Un buen café es a labios, entrelabios, de poesía. Porque el café de amor, de querencia,se lee en los ojos de las mujeres.
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