Probablemente uno de los aspectos más gratos de la lectura es el compartir con otro lo leído y conversar sobre las virtudes y defectos de una obra literaria. A menudo, cuando uno lee, siente la necesidad de dejar a saber a otros lo sorprendente de un pasaje narrativo, lo perfecto de una oración bien construída, lo inspirador de una metáfora y verlos mavarivallarse de lo leído.
Tiene la tertulia del café la virtud de hacer posible esa participación, ese goce compartido. Y es por eso que, al leer la breve y evocadora descripción de un mercado en la novela Oppiano Licario, de José Lezama Lima, sentí la necesidad de compartirla. Aquí va, a ver qué les parece:
"En las calles que rodeaban el parque, se había establecido un mercado, formando una sinestesia olorosa de frutos, pescados y aves. El rojo de un mamey calado se paralelizaba con el rojo del caparazón de un cangrejo, distingo que merecía la voluptuosidad de un lapidario. El amarillo de un canistel entreabierto trataba una inmediata amistad con el amarillo de un canario. Aquella extraordinaria diversidad encontraba muy pronto su pareja por el color, el perfume o lo regalado de las sustancias incorporativas". José Lezama Lima. Oppiano Licario.
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