3/9/19

Concepción del mundo

Tres de los parroquianos de siempre, filósofos orales --orates de café dice uno de ellos-- conversan a media tarde. No hay nadie más en el local agigantado por la ausencia de ese público que alguna vez lo repletó de conversaciones. 



--"Sólo sé que nada sé" dijo un sabio. 

--Sabio también el que lo cita. 

--Saber es no saber, es reconocerse imperfecto, no por ignorancia, que es no querer averiguar, sino por esencial incapacidad humana. 

--El ignorante, dirás, se da por satisfecho y fanfarronea. 

--Si lo hace es porque en su ignorancia se cree saberlo todo, incluso la verdad, esa suma de pretensiones, ese engaño: la artimaña del dogma, modelo de lo inventado.

--Ciertamente. Y ya los has dicho alguna vez: Todo dogma se diseña y se designa en blanco y negro; ninguno de ellos admite la riqueza varia del color ni la sutileza del claroscuro ni del esfuminado.

--Habla el dibujante y pintor. Buenas tus imágenes de lo obtuso.

--El blanco es pura luz--aclara el visualizado--, el negro total carencia de ella. 

--Uno encandila, el otro ciega--cree necesario aclarar el oftalmólogo. --Se puede ver sólo en el ámbito aparentemente gris de la penumbra, donde luz y sombra se complementan en la forja del espacio y las cosas: lo visible a simple vista. 

--Ni la pura luz de los encandilados (iluminados los mal llaman los tendenciosos) ni la ceguera de los obstinados --dice otro-- sino, en cambio, la visión multicolor de la luz quebrada en el arcoíris de la realidad material y su infinidad de matices cambiantes, nunca estables.

--¿Existe lo que nadie ve?--se pregunta el filósofo de café. 

--Tal vez exista--le responde el otro, filósofo también--lo que ve la fantasía. 

--No hay más--dicta un tercero, decidido y categórico--que lo que la mente concibe.



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