2/8/20

Zoológico literario

En el zoológico literario hay una especie perturbadoramente llamativa que, como la de esas aves de penacho y cola esplendente tan de admirar en los zoológicos de veras, se pavonean y vanaglorian orgullosas de sí mismas.
Se trata de la numerosa especie de los escritores que se creen seres de excepción y, por lo mismo, superiores en todo sentido al resto de las especies en que se distribuye la raza humana, todas ellas, por cierto, lastimosamente pedestres en comparación.
Que esos pavones sean o no excepcionales no es cuestión que importe discutir, que bien puede ser que lo sean; lo que importa es castigar la vanidad de creérselo y tomarse por ello demasiado en serio.
Desaparezca el escritor--sea humilde o vanidoso--y quede solamente su obra. Olvídese el perfil, siempre deforme por incompleto o fantasioso, de la persona que escribe y recuérdese en la lectura lo que escribió: la obra de arte.
Lo que el escritor diga fuera de sus libros ha de importar poco, si algo importa. Lo que haga, además de escribir, carece de interés y en muchos casos, no pasa de ser más que faramalla de la vanidad, exhibicionisno que nada tiene que ver con la literatura. 
Sea el escritor un ser invisible del que sólo se sabe por el eco de sus palabras.

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