--No digas nada--dijo--porque yo tampoco diré nada. Quedémonos callados o hablemos de otra cosa. Eso de que conversando uno se entiende no es verdad en la mayoría de los casos. Las palabras son equívocas: se dicen y se entienden de diversa manera. Por lo demás, no hay necesidad de entenderse y lo más probable es que no haya siquiera posibilidades de conseguirlo. Por eso, no me digas nada: guarda silencio, que yo haré lo mismo.
Y no dijo una palabra más en un buen rato.
En otras mesas se conversaba efusivamente.
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