--Es éste--se justifica con la taza casi en los labios--un gusto que me doy de vez en cuando.
Y después de un sorbo añade:
--Un gusto simple y sentimental, más bien nostálgico.
En la mesa la tetera y el canastillo de croissants, la mantequilla, la mermelada.
--¿Y qué gusto no es sentimental, nostálgico?--pregunta la otra.
Es retórica, obviamente, su pregunta: son los gustos regusto de un primer placer sorprendente.
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