2/6/25

Como quien oye llover

 


---Me han contado . . . ---les cuenta a los contertulios apenas se sienta a la mesa. 

Ninguno de ellos le hace caso porque, como es habitual en él llegar tarde e interrumpir la conversación, han aprendido a ignorarlo cuando lo hace. 

Bien se conocen de tanto verse y saben cómo reaccionar ante las caprichosas peculiaridades de cada cual. Se podría decir---aunque no sea así---que se entienden. 

Pero no es entenderse lo que importa sino soportarse.

---¿Qué te han contado?---preguntó uno de ellos al poco rato, cuando lo que conversaban dejó de interesarles.

Les contó entonces, poniendo no poco de su parte, un chisme añejo y tan sabido que, al haber perdido el sabor morboso de todo chisme que valga la pena propagar, carecía para ellos de todo interés.

Otro lo interrumpió observando que se había puesto a llover de nuevo.

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