Ya se va pareciendo este sitio al cuento de nunca acabar, porque nunca acaba de cumplir lo que promete. En estos días veraniegos se han dado al fin los pasos necesarios para hacer posible lo que se tenía entre manos y no lograba convertirse en algo terminado. O casi a punto de estar terminado, si es posible hablar en realidad de dar algo por terminado.
Se ha optado por abandonar el modelo más bien tradicional de la revista literaria, con ediciones periódicas con secciones fijas, que es el que se siguió con Labrapalabra hasta el número 7. En cambio, se ha adoptado el uso del blog como plataforma desde la cual se pueda acceder a las diversas secciones. Éstas, que por el momento siguen siendo las mismas que componían los números anteriores de la revista, irán añadiendo, sin seguir un calendario obligado, nuevos materiales a medida que se disponga de ellos.
El blog, por su parte, con sus entradas breves y regulares agilizará la comunicación con entradas informativas más seguidas, a la vez que hará más fácil el diálogo entre lectores.
Además de decidir el cambio de formato, se está en estos momentos seleccionando algunos textos nuevos que deberán estar a disposición de los lectores dentro de unos días. En esto de publicar la obra de quienes confían en Labrapalabra se tiene que ser especialmente cuidadoso en la selección y edición de los materiales. La premura no es este caso recomendable.
A partir de ahora, sin embargo, se tratará de demorar lo menos posible la publicación de los trabajos que se reciban. No habiendo necesidad de reunir un número determinado de colaboraciones para llegar a formar una revista propiamente tal, las colaboraciones que se reciban irán apareciendo a medida que se las vaya seleccionando para su publicación.
Se invita a quienes lean este blog a contribuir con textos literarios y obras gráficas originales que no se hayan dado a conocer en ninguan otra publicación, enviándolas como documento adjunto a labrapalabra@utsa.edu .
Y desde luego, se agradece a quienes con sus comentarios a las entradas anteriores, las del "cuento de nunca acabar", han mantenido abierto este café, impidiendo que, como tantos otros lugares ideales, se cerrara, condenado a la quiebra, por falta de parroquianos que le dieran vida.
Que lo que venga en adelante sea el interminable cuento del café donde se encuentran a conversar narradores y ensayistas con fotógrafos, poetas, ilustradores y comentaristas de habla y cultura hispanas.
En la imensidad del mundo que se entiende en nuestra lengua sea este lugar un punto de reunión y diálogo.
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