Nadie viene al café. Las mesas vacías y las sillas sin gente tienen ese algo nostálgico de los espacios públicos abandonados. Evocan lo que pudo ser y representan lo que perdura del posible encuentro en una espera, a pesar de todo, ilusionada. Objetos en desuso. Espacio en que el eco de la ausencia rebota como desde un profundo abismo.
De cuando en cuando alguien entra y sale. Cuestión de un breve instante.
“La soledad no es mala compañera”, dice don Baruj desde su rincón de observador que pasa inadvertido. “Cuando se la elige y se la invita a estar con uno, claro está. Ni es contertulio amargo el silencio que la acompaña”.
“Todo lo contrario”, añade al rato, hablando a solas.
6 comentarios:
Hace mucho que no visitaba Labrapalabra y la verdad que estoy impresionado. Santiago, felicitaciones, has logrado hacer un espacio literario muy agradable, con poemas cortos per muy bien logrados y cuentos interesantes. Felicidades para ti y tus colaboradores.
Mi cafetería casi siempre está vacía, como si a nadie le gustara el café. Tal vez es el café que preparo.
Abrazo, Santiago.
La culpa es de Starbucks! Tal vez sea hora de que el cafe ofrezca Ice-coffees y otros abortos de cafe,para atraer la atencion de la masa... o que se resgne a la sola presencia del siempre fiel Don Baruj.
Ya vendrán los auténticos gustadores del café como lugar de encuentro.
stgo
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