Salgo de casa temprano por la mañana.
Cayendo al horizonte pálido del amanecer la luna llena, enorme en esa posición, ya no da luz: tiene el pálido marmóreo de sus rocas alumbradas por el sol que le da de lleno aunque no se levanta todavía sobre el horizonte opuesto.

Rara imagen de la carretera y su tráfico de automóviles que brillan en este amanecer de la ciudad en marcha con los visos tenues de aguas en calma,.

Avanzan tráfico y sol a completar el día lo más pronto posible.
De la luna ya no hay otro rastro que el de la memoria.
Se la extraña.
1 comentario:
El levante del sol trae consigo la lluvia de saetas doradas que en cuestión de segundos disipan cualquier osada nube convirtiéndola en jirones blancuzcos. Poco después, la bóveda cerúlea esplende en su profundidad zafirina, cuyo único punto focal es el de aquel diamante que volando a raudo paso, momentáneamente la rasga.
André
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