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Y también como al pasar, no hablándole a nadie en particular, don Baruj comenta en voz baja, para quien quiera oírlo.
--Pero qué duda queda que una vez puesto el hábito, y vestido por un tiempo, se va descubriendo el monje dentro de él, poco a poco, disimuladamente.
Y agrega un rato después, con su habitual preferencia por lo conciso y lo aparentemente fuera de lugar.
--El hábito del hábito es sin duda efectivo.
1 comentario:
Así como el hábito no hace al monje, la portada no hace al libro.
En repetidas ocasiones he tenido el deseo de cambiarle la portada a varios libros porque su contenido no comulga con ella.
Supongo que lo mismo sucede con la propaganda y las mentiras, las cuales después de pronunciarse con suficiente frecuencia, se convierten en la verdad: ¡mal hábito eso!
Pax tecum
El barón
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