15/3/17

Otra vez las avispas

Aunque ya comentada anteriormente en otra entrada de este blog, la información sobre la implortancia que la avispas tienen para la literatura escrita e impresa merece un nuevo comentario, algo más completo que el anterior.

Mark Kurlansky, quien ha escrito iluminadores libros históricos sobre la sal, sobre el bacalao y otros aspectos de la alimentación, acaba de publicar en el 2016 un completo estudio sobre la historia del papel. En el capítulo quince, que titula "Invitación de una avispa", se refiere al científico francés del siglo XVIII, René Antoine Ferchault de Réaumur como precursor del papel moderno, que se fabrica con madera, a diferencia del papel anterior, que se hacía de trapos.

"A Réaumur--escribe Kurlansky--le fascinaban los insectos. Al estudiar las avispas descubrió que fabrican sus nidos con fibras de madera y que éstos parecen de papel. Las avispas recoleccionan partículas de madera de graneros o postes viejos, desgastados por el clima, y con ellas fabrican ingeniosamente diseñadas casas impermeables con techos como cúpulas de papel delgado y liviano en capas superpuestas. Se le ocurrió a Réaumur que estos notables ingenieros naturales tenían un método de hacer papel mejor que el de los humanos".

En 1719 presentó su estudio de las avispas a la Real Academia Francesa en el que observa que las avispas nos enseñan que se puede hacer papel con fibras de plantas y de ciertos árboles.

No fue hasta muchos años después que se abandonó casi por completo la fabricación de papel de trapo a causa de la escacés del mismo y se adoptó la producción industrial del papel de celulosa, que es la que provee al mundo de la mayor parte de la enorme cantidad de papel que se utiliza en infnidad de productos y que hace posible la publicación de los innumerables libros que se producen a diario por millares.

Debieran las avispas ser el insecto admirado por los escritores tanto por su ingeniosa creación del papel, como por su simbólico aguijón que sugiere el ingenio del intelecto crítico y combativo. Déjesele a la abeja la miel del canto y a la avispa reconózcasele la agudeza del pensamiento y la prosa escrita.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Efectivamente, otra vez las avispas —y las abejas— cuyos aguijones he sentido en varias ocasiones pese a que por ambas fue por mi intento en ayudarlas: ¡vaya agradecimiento!

Sin embargo, la lección aprendida es que por un lado te obliga a guardar ciertas palabras en la escritura, y por el otro a guardar buena distancia de aquellos bichos.

El barón