Y como nos quedamos mirándolo como esperando algo más, agrega:
--Y no hay más. Eso es todo.
¿Es todo lo que tiene que decir? ¿O es que no hay más que el tiempo que se nos otorga?
--Pero hay otro tiempo en otra vida--reclama desde su fe alguien de los presentes.
--Se lo quisiera--responde don Baruj--, pero no parece haberlo.
Importa entonces--pensamos--aprovechar esa cuota lo mejor que se pueda, sabiendo que no hay cómo echar pie atrás ni oportunidad ninguna de volver a empezar, como se lo puede hacer una y otra vez en el mundo maravilloso de las obras de arte.
--Solo en el arte--agrega don Baruj, como si nos leyese el pensamiento--nos salvamos en parte—y sólo en parte—de la limitación que el tiempo nos impone a los seres vivos, formas fugaces que somos de lo que transcurre y pasa.
3 comentarios:
Sólo en parte, sí, en una mínima y diminuta parte que a veces puede irse volando con el viento o sin él, pero no importa tanto. Habrá otro tiempo creo yo. O tal vez muchos más y sucederá lo mismo una y otra vez.
Habla la tibetana en ti, la discípula del Buda. Yo, que nada tengo de bonzo me digo que ojalá fuera verdad--y lo será si uno lo cree--eso de ir transmigrando el alma de cuerpo en cuerpo hast alcanzar el para mí inimaginable Nirvana.
Alea iacta est.
El barón
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