Las ideas van y vienen.
Vienen como a escondidas para dar, a último minuto, la sorpresa: lo que se esperaba.
Pero más bien van que vienen, piensa el escritor frente a la pantalla ciega.
Y en la huida se llevan con ellas las palabras.
Aun así, desde lejos le llegan como en un galimatías sin sentido, a veces a penas sugerente.
Van y vienen: brisas del pensar, del escribir, del descubrir sorprendidamente.
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