Dispersión: manifestación del caos.
La mano que no aferra, indecisa, inconstante en su cariño; el ojo que se distrae en el mirar curioso, insaciable; la memoria que se olvida del ensueño de ayer por evocar otros ya olvidados; la imaginación--no siempre fantasía--que arremolina un sinfin de vaguedades.
Pulsa el reloj de la espera, se aja el calendario de tanto revisar lo pasajero. Nunca el futuro arriba. Ayer persiste en su abandono y se remuerde del hastío y su indolencia. En su desorden el momento se confunde y forma un nudo: la madeja inextricable.
Dispersión, desorden: labor del caos. Su manera.
La mano inhábil, difusa la mirada. Memoria y fantasía entrelazadas.
Bate sus alas el demonio de la nada.
Del caos--el vacío--al caos: a tropezones van las horas. Rítmico el reloj se precipita.
Dicen, sin embargo, que en el giro de sus órbitas susurran las esferas el himno de lo perfectamente equilibrado.
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