21/1/20

Geronto café






Pasada la hora pico, calmas las calles, sin tráfico; calmos también los cafés después del ajetreo de los desayunos a la ligera, se hacen presentes, de a uno, de a poco, los viejos que esperaban desvelados, desde la madrugada, el momento de habitar el mundo que los otros, los apresurados, les dejan libre por unas horas.


Van llegando al café del hábito y se acomodan, a solas o en grupos, a pasar la mañana ociosa, mascullando por lo bajo lo suyo los solitarios,
conversando--perorando más de alguno--compartiendo su aburrimiento,
los gregarios.


De a dos, de a 3, de a cinco, comparten con cloqueos y carrasperas
su abrumante irrelevancia.

El tiempo para ellos pasa apenas, como esas aguas lentas del pantano,
las que acaban detenidas, malolientes, en el pútrido fango de los
cangrejos carroñeros. 

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