26/5/20

"Por qué no escribo mi novela, o curso de escritura truncado". Cuento de Carlos Ponce

--Pero yo no sé escribir. 
--No importa, agarra un lápiz y traza algunas líneas.
--Eso sería un dibujo, no un cuento o un poema.
--Has lo que te dije, agarra un lápiz y comienza con una letra, no pienses, deja que tu mano sea la que guíe, deja que la sangre que fluye por tus venas pinte el papel con las emociones que traes dentro de tu ser, hazlo y verás que algo va a salir.
--Bueno, aquí va, pero…
--No hay pero, desencadena tu conciencia, deja que salga lo que tenga que salir.
--Ya está: "mundo, loco, Rocío, Lourdes, verde, fuentes, astro, castigo, casa, recuerdo, Adela". Eso es lo que sale de este desvarío. Voy a comer para saciar mi hambre de misterio, de pecado, de Adela.
--¿No te dije que algo saldría?
--Si, salió Adela pero ni siquiera la conozco, no conozco a ninguna Adela.” 
--No importa, la vas a conocer.
--¿Cómo?¿Dónde?¿Por qué?”
--Porque Adela es la protagonista de tu historia. Ahora no la conoces porque no existe pero tú la vas a crear, va a ser tu hija, tú le vas a dar vida.
--Esto está muy loco, yo no puedo escribir sobre una persona que no conozco.
--Claro que la conoces, tu dictaminaste que fuera una mujer, que se llamara Adela, ahora dime ¿Cómo es ella? 
--Bueno, pues podría tener unos treinta y dos años, ser atractiva, no despampanante pero bella, de estatura normal, más bien tendiendo a alta pero no mucho, de tez morena. Podría ser de Veracruz y ser traductora en la Universidad de Texas, pero se vino a San Antonio hace dos años y vive sola; no, no, vive con una tía.
--Ya vez que sí existe. Tú le diste vida a Adela, es tu hija literaria.
--Bueno, no exactamente, la verdad es que estoy pensando en Bárbara, una secretaria de la universidad; solo le cambié el nombre para que no la reconocieras.
--Sí, pero esa no es Bárbara, porque Bárbara es secretaria y tu Adela es traductora, y hasta donde yo sé, Bárbara vive sola y tu Adela vive con una tía. 
--Es cierto, cambié algunos detalles para proteger a Bárbara, pero básicamente me basé en ella.
--Bueno, dime ¿Por qué se vino a vivir a San Antonio?
--Pues parece que tuvo una desilusión amorosa. ¡No! Espérate, lo que pasó es que un día a Bernardo, su novio de tres años, lo encontraron muerto en la habitación de un hotel. Primero se pensó que había muerto de un infarto o algo así. Después que hicieron la autopsia resultó que había muerto por envenenamiento y se pensó que había sido un suicidio; pero cuando se supo que había tenido un fuerte enfrentamiento con Adela, ella quedó como sospechosa. No le pudieron probar nada, pero Adela decidió irse de allí y se vino a San Antonio. 
--Muy bien, ¿y si fue ella la que mató a Bernardo? 
--Aun no lo he decidido. Resulta que Bernardo se había enredado con la esposa de un policía y pudiera ser que el marido lo envenenó, aunque también lo investigaban en su trabajo por un desfalco de mucho dinero y Bernardo era uno de los principales sospechosos del robo de fondos. 
--Así que sí se pudo haber suicidado.
--Es una posibilidad pero muy remota porque el envenenamiento fue con pequeñas cantidades de productos tóxicos que Bernardo debió ingerir por varios días. No es la forma común de quitarse la vida. En cambio, otros dos compañeros de Bernardo que también estaban siendo investigados, podrían haber conspirado para eliminarlo y así quedar exonerados. 
--Qué rollo, y la pobre Adela…
--Qué pobre ni que nada. Adela odiaba a Nelly, la amante de Bernardo y se sabía que había estado vigilando su casa y se había hecho pasar por su hermana ante las maestras de la escuela de las hijas de Nelly. Se sospechaba que a lo mejor pensaba secuestrar a alguna de ellas para vengarse de su rival. Por otra parte, Adela, que es muy celosa, ya se había metido en problemas por haber tratado de atropellar a una fulana que le andaba coqueteando a un novio que tenia en ese entonces. Solo le quitaron los cargos porque su familia metió a un buen abogado y todo quedó como un accidente.  
--No, pues sí que has creado un drama. Y tú que decías que no podías inventar nada, ya vez, tienes muy buena imaginación.
--Qué imaginación ni qué ocho cuartos, eso me lo contó Bárbara una noche en que salimos a bailar y después de tomar más de la cuenta acabamos en su apartamento bien borrachos.
--Bueno, pues sigue con la investigación a ver qué más te dice Bárbara y se lo cuelgas a Adela.
--¿Estás loco? Yo no vuelvo a salir con Bárbara ni por un millón de dólares. Esa noche de parranda, en medio de la borrachera, me dijo que si me veía saliendo con otra, me iba a sacar los ojos. Mejor no escribo la historia. Gracias por tu ayuda con el curso de escritura, pero mejor me quedo así, sin novela pero con ojos.   


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