4/6/20

De un diario anónimo* 8: Un escritorio ordenado

La hora y tanto que estoy en el museo la dedico a la colección de arte chino y a contemplar la piedra monumental que han colocado en el patio, junto al río.
No puede uno no admirar y encandilarse, incluso, con la cultura ancestral del confucionismo, del daoismo y el budismo.
La fascinación de la caligrafía--que en mis garabatos la he tratado de imitar sin darme cuenta de que lo hacía--no es de ahora, pero esta exposición la revive con un ejemplo bellísimo en el que casi se puede reproducir el movimiento del pincel y el impulso que guió a la mano que lo movió.
El aprecio que en Corea adquirí por la cultura del intelectual confusiano aumenta al ver su manifestación china, sin duda antecedente y modelo de la coreana. Aprecio que despierta un deseo--iluso y sentimental--de emular.
No veo por qué no podría uno adoptar una misma postura ética, intelectual y artística sin adscribirse necesariamente a la cultura asiática sino admitiendo de ella lo que uno es capaz de imitar para bien y no por majadería imitativa.
Toda imitación es necesariamente incompleta, más aún si lo que se imita es distante en el tiempo y en el espacio cultural.
La simpleza y el orden del estudio del intelectual chino y coreano hablan de una sabiduría envidiable.


* Dejado en una mes del café y nunca reclamado.

No hay comentarios: