7/6/20

De un diario anónimo 10. Paseo matutino con perro

No sé bien por qué desde hace mucho tiempo pasear a la perra dejó de ser un gusto. No tendría por qué, sin embargo, no darme el placer que me daba, años atrás, pasearla, como me lo dió pasear por mucho tiempo a mis inolvidables perros de días anteriores. 

Hoy salimos apenas aclaraba y desde el momento en que abrí la puerta de calle y sentí al aire fresco--más bien frío--de la madrugada supe que estaba de mi parte--que de mí dependía--hacer del paseo un gusto o un disgusto. Opté por lo primero y así se lo dije a la perra para que hiciera otro tanto.

Nos echamos a la calle de lo más contentos. 

A la luz creciente de la mañana el barrio tenía el encanto del lugar que guarda lo que recuerdo como propio de una ciudad
--la de mi infancia--, con su adecuada combinación de casas, jardines, arboledas y una que otra palmera. 

Caminar entonces a esa hora por esas calles evocadoras se me  ofreció--por terca que la perra se haya vuelto e insista en hacer lo que le da la gana--como un ejercicio deleitable, como una dicha, incluso.

De pronto me sorprende la carrera torpe de un zorrino que con el penacho amenazador de su alta cola va de huida. Simpático espectáculo inofensivo. Por suerte nos avistó a tiempo y no tuvimos que sufrir las consecuencias de su pestilente defensa. Sólo dejó tras sí el leve rumor de las hojas que pisó y de las ramas entre las que se escondió, tímido y asustado de un humano y su perra humanizada. 
En el cielo, todavía de un color innombrable, pasan volando en desordenada formación, infinidad de pájaros pequeños rumbo al norte. Son una bandada dispersa, sin nada de la disciplina aérea de ánades y ansares. Al volver a casa ya había aclarado por completo. Todo momento es breve y fluye; se va quedando atrás, añadido a la memoria atemporal de otros momentos parecidos, casi iguales. Cuesta aceptar, desde nuestro creciente sentimentalismo, que la memoria no existe en función de la nostalgia sino en la más práctica labor de recordar lo ya experimentado al enfrentarse a nuevas experiencias parecidas.
La nostalgia la añadimos los ilusos.

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