Es para algunos el café un refugio, el lugar donde esconderse, en calmada soledad, de todo lo demás, del cotidiano ajetreo de los otros.
Quieto escondrijo.
Algo así como el lugar ameno, la caverna, la celda recoleta del que se aparta para estar a solas consigo mismo.
---Aquí---se dice quien se ha sentado en la mesa asoleada, junto a la ventana---estoy relativamente cómodo y a gusto, a pesar de la mala música obligada . . . nada, por cierto, es perfecto. Puedo estarme largo rato en este solitario estado de quietud que tanto tiene del pasivo papar moscas del ocioso, tanto del elevarse hasta la luna del desprendido.
No hace nada más que estar. Casi dormita.
Desde una mesa contigua miran con humor de burla al viejo que, sentado al sol, cabecea, el pelo hirsuto una alba inflorescencia a contraluz como de un diente de león---inútil maleza---encendido.
Cualquier brisa, en cualquier momento, echará a volar al aire libre un centenar de vilanos.
Es el café para algunos el refugio de un ensueño.
1 comentario:
y buen lugar para una larga tertulia
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