2/2/25

La maldición del maldecir



---A ti no se te ocurre más que echar maldiciones---. Se lo dice más en bien en broma.

---Es cierto. La verdad ---y esto va en serio--- es que no sé más que hablar mal de todo.

Razón tiene. Se podría decir que para él las cosas no han sido gratas. Sino, más bien, todo lo contrario. Pero jamás se queja. Maldecir le ha de parecer menos indigno que lamentarse.

---Aunque he tratado infinidad de veces de pensar positivamente, nunca he podido--- confiesa. ---No está en mí hacerlo. Me acosa la maldición del descontento.

---¿Me vas a decir que no es posible controlar lo que uno piensa?---interviene el que nada entiende.

---No es cuestión de voluntad.

---Claro que no. No es tan simple el asunto---sale en defensa del maldiciente quien también ha de saber muy bien por experiencia propia que no hay manera de no ser como somos---la voluntad poco puede ante el sentimiento que, a diferencia de la razón, rara vez se equivoca.

Por un rato ninguno de los cuatro dijo nada. 

Se habla de que el silencio aprueba.

El bufido de la cafetera y el tañido de alguna cucharita contra un plato parecieron dar paso otra vez al sonido amistoso de la plática.



1 comentario:

skip[pu dijo...

Esto me encanto! en particular "la voluntad poco puede ante el sentimiento que, a diferencia de la razón, rara vez se equivoca." Subi el enlace a substack