—Lo que era habitual ya no lo sigue siendo—dice.
Y razón tiene: los cambios se dan por todas partes y lo que era asunto de costumbre ha dejado de serlo.
---Siempre quejándote . . .
---No es queja sino sólo observación.
---Quejosa.
—Será. Pero lo único que hago es decir que para quienes hemos vivido demasiado tiempo el mundo se vuelve día a día más ajeno y diferente.
No habrá sido una queja la suya; sin embargo, se va asentando en el grupo de contertulios un sentimiento triste de nostalgia y desencanto.
---Es cierto---agrega otro--- es que con cada nueva pérdida, cada nueva privación, se va esfumando el contorno.
---¡No hablemos de eso! Que aún sin decirlo no es nada fácil mantener un ánimo optimista ante este írsenos los días, este esfumársenos el mundo. Pensemos en lo que nos queda y tenemos.
---Qué ilusión la del optimismo.
---Una ilusión vital, ¿no crees?
---Pero ilusión nada más, como ésa de creernos contentos y aparentar la felicidad de los viejos sabios.
---Las tan mentada felicidad---gruñe por lo bajo el que siempre calla.
Y todos ríen. Les contenta el instante en compañía.
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