9/4/16

Don Baruj y el apuro



Ha venido a sentarse a la mesa de Don Baruj un anciano, evidentemente mayor que él, y con toda probabilidad amigo suyo de hace mucho: se saludaron efusivamente. Aunque poco dado--como se sabe--a tales manifestaciones, esta vez Don Baruj se levantó de su silla y aceptó, si bien un tanto tenso, el abrazo del otro y el beso par en la mejilla.

Han estado conversando largo rato. Si bien Don Baruj se ha mantenido mayormente en silencio, escuchando. De cuando en cuando pausa con un comentario breve o una leve risa contenida la verborreica e increíblemente vigorosa perorata del otro.



--¡Pero qué dices, Baruj—le oímos exclamar exageradamente al otro—si no nos queda más que apresurarnos, trabajar a paso largo, ir a marcha forzada!

Don Baruj parece contradecirlo porque "¡claro que no!" le grita impaciente el viejo, agitado, molesto.

--¿Qué tanto tiempo nos queda--agrega como extenuado--para terminar todo lo que nos falta terminar? Yo ni dormir puedo".

--Haces mal, Osvaldo. Exageras. Nos quede el tiempo que nos quede, no hay apuro—lo trata de calmar Don Baruj. Y me llama para que, cuando tenga tiempo—hay muchos clientes en el café que reclaman mi atención--, le eche más agua caliente a la tetera. 

No me demoro nada en hacerlo y al llevarles el agua a la mesa Don Baruj le está hablando al amigo con una calma casi de burla.

--Hay que hacer las cosas sin apuro. Sin apuro debiera ser la regla en todo. No hay un plazo en el que cumplir lo que nos toque cumplir. No hay otro plazo que el definitivo, el que abruptamente le pone el punto final a toda labor, a toda vida. Y no es un plazo que sepamos cuando se vence.

--Por lo mismo. Es lo que digo. Hay que terminar antes de que llegue.

--Pero si no hay nada que terminar. Todo trabajo es incompleto, incompleta toda vida cuando cesa.

Y como el otro insiste en que hay que apresurarse para ganarle al tiempo que transcurre y se escapa, Don Baruj sorbe su té una, dos veces, y añade como para sí mismo, sin esperar que el amigo calle, sin esperar que lo escuche: 

--A nuestra edad, ¿qué apuro hay? Nada se consigue a la carrera.